Escucho su voz, existe la gloria entre tanto dolor, me llama y vuelo atravesando la puerta de mi casa sin mirar ni ver a nadie. Corro hacia su voz que sigue llamándome sin parar.
Hola, me dice, hola amor mío. Estás aquí conmigo, gracias, gracias, estás aquí.
La veo sentada en su silla y me mira, sonríe y extiende sus brazos hacia mi. Caigo de rodillas y reclino mi cabeza sobre su regazo. Lloro, lloro como el niño que soy sobre sus senos que me acogen con calor y ternura. Sus brazos me rodean y me tranquilizan suavemente.
Estás viva, repito incesantemente, estás viva. Gracias Dios mío, estás viva.
Pues claro que lo estoy, ¿Cómo no iba a estarlo?. Te estaba esperando y no podía dejar de estar presente cuando volvieras. ¿Que hubieras pensado de mi si no me encuentras?, me dice gozosa y con el punto de ironía que siempre ronda sus palabras en situaciones comprometidas.
¿Que esperabas?, no podía marcharme sin esperarte querido mío.
Me levanto, la beso una y otra vez, finalmente nos fundimos en un profundo y largo beso que es eterno. Dura toda nuestra vida y no deseo separarme de ella, de sus labios, de su cara, de su cuerpo, nunca más.
Cuanto te he echado de menos la digo, solo el deseo de verte me ha permitido sobrevivir a tanto horror.
Calla, calla y sosiégate, me dice enjuagando mis lágrimas que no cesan de brotar.
De repente caigo en la cuenta de las personas que esperan abajo y trabajosamente me aparto de ella.
Debo de avisarles, me digo, aunque ya estoy escuchando pasos que se dirigen a donde estamos.
Veo a Gloria, al pequeño, y ¿a quien más?. Es Miguel, no lo puedo creer, ¿Miguel?, exclamo.
Claro, mi amigo, quien iba a ser.
¿Pensabas que me iba a olvidar de vosotros?
¿Y estos quienes son?, exclama apartándose y cediendo el paso a mi otra familia que callados, sucios, derrotados van llenando mi salón con su presencia.
Nos habías olvidado, me comenta mi amigo con una sonrisa, y mira con interés a su alrededor.
Tu eres Cuca, su esposa, dice, y se adelanta hacia ella cogiendo su mano y besándosela.
Encantado de conocerte querida Cuca, dice, estos son los invitados que tu marido se ha traído a tu casa. Espero que no te importe.
Asombrada Cuca mira a todos y cada uno de los seres que con timidez la miran a ella.
Miguel y Gloria los miran a su vez con enorme extrañeza, quienes son estos se estarán preguntando, y movido por su curiosidad comienzo a citar sus nombres para dárselos a conocer.
Es tal mi emoción que confundo los nombres y tengo que callar incapaz de pronunciar palabra.
Las lágrimas vuelven a inundar mis ojos y resbalan sin parar por mi cara.
Están vivos pienso una y otra vez, pero no puedo evitar que un insidioso pensamiento resbale entre tanta dicha.
Vivos si, ¿pero por cuanto tiempo?, lo aparto pero con insidia vuelve a resonar en lo mas profundo de mi cabeza.
¿Por cuanto tiempo?.
gatufo
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