No vemos a nadie que salga, lo harán por la otra puerta, de esa forma no sabemos lo que se llevan.
Es de suponer que a medida que van pasando
los primeros de la fila los suministros se van acabando. Nadie puede controlar las existencias si no saben cuantas personas van a acudir a comprarlas.
Llevo una lista de lo que nos hace falta, siempre la he llevado antes y ahora con mas motivo.
La repaso mentalmente para no pensar en otra cosa.
Procuro no hablar con nadie y escuchar lo que comentan los otros.
Miedo es lo que dejan entender todas las conversaciones. No hay explicación posible a lo que está sucediendo, y el espectáculo de ver todos los árboles que había en el paseo, caídos en el suelo no es una imagen tranquilizadora.
Han apartado los que había en la calzada pero casi no pasan coches. La gente comienza a ahorrar combustible por temor a lo que esté por venir.
Y esa el la gran pregunta que nos hacemos todos, ¿cuando parará esto?, que veremos en un mes o incluso la semana que viene?. Seguirá todo parecido, controlado, o ya estaremos sumidos en el caos?.
Prefiero no especular dentro de mi cabeza pero es inevitable. Cuando bajo la guadia los pensamientos apocalípticos vienen a mi mente y trazo planes para afrontar la catástrofe.
No se me ocurre nada, no tengo coche, mi esposa está casi incapacitada, no puede andar, a penas incorporarse, donde voy o que hago si todo empeora?. Otra vez me digo, mejor no lo pienses, vive hoy, afronta hoy lo que tengas que hacer, mañana será otro día con otros problemas que tendrás que ir solucionando.
Eso es todo, no hay más, por muchos planes que quieras hacer siempre la realidad será otra diferente de la que ha pensado o previsto.
La puerta de entrada va estando más próxima, miro el reloj, cuanto tiempo ha pasado?. Dos horas, tampoco ha sido demasiado e incluso pensaba que estaría más.
Es una mala señal, pienso otra vez sin poder evitarlo, es una prueba clara de que se acaban los alimentos y la gente tarde menos porque ya casi no pueden llevarse de nada.
Calla, no pienses me digo, ya has empezado otra vez a suponer lo peor.
Pero es cierto, lo compruebo en cuanto entro, las estanterías están casi vacías, y en cuanto llego a donde recogen las notas de lo que deseamos llevarnos van tachando mas de la mitad de lo que yo había escrito.
Puedo llevar arroz, algo de leche, alubias, pasta, jabón, huevos, y poco más.
No hay verdura, ni fruta, no hay pescado, ni carne, ni queso, a penas aceite o azucar, consigo una botella y un kilo solamente, tampoco quedan patatas, total que no se como nos vamos a arreglar para una semana.
Es lo que me dicen, me sellan un papel en el que especifican lo que llevo, la fecha, y que mi próximo suministro puedo hacerlo en una semana. Lo registran en el ordenador y me dicen claramente "que no trate de ir a otro supermercado" pues está prohibido por una ley reciente.
Si intento hacerlo pueden detenerme y no entregarme ya mas suministros.
Estoy anonadado, esto es mucho peor de lo que pensaba, no es de extrañar que salgamos por otra puerta fuertemente custodiada y nos indican que no comentemos nada con nadie de todo lo que nos han dicho.
La gente que espera fuera podría amotinarse, y se podría originar un gran tumulto, pero es lo que hay y gracias que lo racionan para que alcance a la mayor cantidad de personas.
Yo también comienzo a sentir el temor, miedo a lo que está por venir y un sudor frío comienza a brotar de mi frente.
Que le voy a dar a Gatufo, arroz?, un poco de embutido, jamón de york que a el le gusta, pero es un producto que caduca, y luego?.
Antes de salir me dirijo a uno de los encargados de distribuir lo que han ajustado y le pregunto si tienen comida de gato.
Siento un gran alivio cuando me dice que sí, que le enseñe la cartilla del minino, la mira, la sella, y se marcha.
Llega con un saco de comida, no demasiado grande, y algunas latas.
Para una semana, me dice, antes no puede venir asi que racione al gato todo lo que pueda.
Gatufo está salvado, respiro y me tranquilizo, al menos el gato comerá y son buenas noticias.
En silencio salgo del supermercado y tratando de casi esconder los productos voy mirando a un lado y a otro temeroso de que me los puedan robar.
¿Que puedo hacer si eso sucede?
El temor se masca entre quienes esperamos entrar en el supermercado, se habla en voz baja pues no queremos poner nerviosos a los soldados o policías que nos miran con cara aviesa y custodian la fila.
No vemos a nadie que salga, lo harán por la otra puerta, de esa forma no sabemos lo que se llevan.
Es de suponer que a medida que van pasando
los primeros de la fila los suministros se van acabando. Nadie puede controlar las existencias si no saben cuantas personas van a acudir a comprarlas.
Llevo una lista de lo que nos hace falta, siempre la he llevado antes y ahora con mas motivo.
La repaso mentalmente para no pensar en otra cosa.
Procuro no hablar con nadie y escuchar lo que comentan los otros.
Miedo es lo que dejan entender todas las conversaciones. No hay explicación posible a lo que está sucediendo, y el espectáculo de ver todos los árboles que había en el paseo, caídos en el suelo no es una imagen tranquilizadora.
Han apartado los que había en la calzada pero casi no pasan coches. La gente comienza a ahorrar combustible por temor a lo que esté por venir.
Y esa el la gran pregunta que nos hacemos todos, ¿cuando parará esto?, que veremos en un mes o incluso la semana que viene?. Seguirá todo parecido, controlado, o ya estaremos sumidos en el caos?.
Prefiero no especular dentro de mi cabeza pero es inevitable. Cuando bajo la guardia los pensamientos apocalípticos vienen a mi mente y trazo planes para afrontar la catástrofe.
No se me ocurre nada, no tengo coche, mi esposa está casi incapacitada, no puede andar, a penas incorporarse, donde voy o que hago si todo empeora?. Otra vez me digo, mejor no lo pienses, vive hoy, afronta hoy lo que tengas que hacer, mañana será otro día con otros problemas que tendrás que ir solucionando.
Eso es todo, no hay más, por muchos planes que quieras hacer siempre la realidad será otra diferente de la que ha pensado o previsto.
La puerta de entrada va estando más próxima, miro el reloj, cuanto tiempo ha pasado?. Dos horas, tampoco ha sido demasiado e incluso pensaba que estaría más.
Es una mala señal, pienso otra vez sin poder evitarlo, es una prueba clara de que se acaban los alimentos y la gente tarde menos porque ya casi no pueden llevarse de nada.
Calla, no pienses me digo, ya has empezado otra vez a suponer lo peor.
Pero es cierto, lo compruebo en cuanto entro, las estanterías están casi vacías, y en cuanto llego a donde recogen las notas de lo que deseamos llevarnos van tachando mas de la mitad de lo que yo había escrito.
Puedo llevar arroz, algo de leche, alubias, pasta, jabón, huevos, y poco más.
No hay verdura, ni fruta, no hay pescado, ni carne, ni queso, a penas aceite o azucar, consigo una botella y un kilo solamente, tampoco quedan patatas, total que no se como nos vamos a arreglar para una semana.
Es lo que me dicen, me sellan un papel en el que especifican lo que llevo, la fecha, y que mi próximo suministro puedo hacerlo en una semana. Lo registran en el ordenador y me dicen claramente "que no trate de ir a otro supermercado" pues está prohibido por una ley reciente.
Si intento hacerlo pueden detenerme y no entregarme ya mas suministros.
Estoy anonadado, esto es mucho peor de lo que pensaba, no es de extrañar que salgamos por otra puerta fuertemente custodiada y nos indican que no comentemos nada con nadie de todo lo que nos han dicho.
La gente que espera fuera podría amotinarse, y se podría originar un gran tumulto, pero es lo que hay y gracias que lo racionan para que alcance a la mayor cantidad de personas.
Yo también comienzo a sentir el temor, miedo a lo que está por venir y un sudor frío comienza a brotar de mi frente.
Que le voy a dar a Gatufo, arroz?, un poco de embutido, jamón de york que a el le gusta, pero es un producto que caduca, y luego?.
Antes de salir me dirijo a uno de los encargados de distribuir lo que han ajustado y le pregunto si tienen comida de gato.
Siento un gran alivio cuando me dice que sí, que le enseñe la cartilla del minino, la mira, la sella, y se marcha.
Llega con un saco de comida, no demasiado grande, y algunas latas.
Para una semana, me dice, antes no puede venir asi que racione al gato todo lo que pueda.
Gatufo está salvado, respiro y me tranquilizo, al menos el gato comerá y son buenas noticias.
En silencio salgo del supermercado y tratando de casi esconder los productos voy mirando a un lado y a otro temeroso de que me los puedan robar.
¿Que puedo hacer si eso sucede
continuara....
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