sábado, 3 de octubre de 2015

GATO

 Mi regazo o mis muslos son la mejor cama para Gatufo, ahí duerme profundamente al poco de encaramarse, y es frecuente que los dos ronquemos al unísono. 
Me relaja sentirle encima, emite un calor sumamente agradable que entona mis articulaciones y las relaja.

Pasamos un rato en silencio antes de prepararnos para ir a la cama.
En los últimos años Cuca necesita mi ayuda para acostarse. Le ayudo a incorporarse, ir al baño, asearse, desvestirse, tumbarse en la cama y finalmente dejarle acostada antes de que yo mismo lo haga.

Gatufo siempre nos acompaña, quiere jugar y se mete por el medio, entre las piernas de ella y no la deja caminar con su andador el poco trecho que hace desde la silla de ruedas al baño o a la cama.

Nunca antes habíamos rezado juntos, tras muchos años de casados en los que ella rezaba en silencio y yo dormía de inmediato, ahora lo hacemos en voz alta. Suelo ser yo quien le pide a Dios padre que nos proteja, que cuide de nuestras hijas y amigos, perdone nuestras faltas, y siempre le agradecemos estar juntos los tres en la cama.
Gatufo siempre duerme en el medio de los dos. Primero se pone a nuestros pies y cuando pasa un rato se desliza sigiloso hacia arriba y se coloca muy comodón en el medio de nosotros. Aplasta la ropa y suele dejar destapada a Cuca pues se pega a ella.

Es nuestro rito cotidiano, una vez en la cama ya todo es paz hasta el día siguiente.
Últimamente esa paz ha desaparecido de mi cabeza. Pienso en lo que está pasando desde hace días y no concilio el sueño.

Esta noche tengo un atisbo de esperanza y empiezo a sentir que no se está acabando todo.

Lo vamos a tener más complicado siendo cuatro, habrá que administrar muy bien los alimentos, pero por otra parte voy a tener ayuda con Gloria para llevar la casa y cuidar de Cuca. 
Parece una joven fuerte y animosa, seguro que se adaptará bien con nosotros mientras dure esta crisis. Luego ya buscaremos soluciones para ella y su hijo.
Con este pensamiento logro quedarme dormido y pasar página, aunque mi sueño dura escasamente seis horas, de repente estoy despierto y deseando tirarme de la cama.
El primer pensamiento va hacia los árboles, no es posible que se hayan derrumbado, ¿lo habré soñado?.
Voy al salón y atisbo la calle a través de los cristales del mirador. Los árboles de la avenida donde vivo están tirados sobre el asfalto y la acera. 

Todas las hojas secas forman montones enormes que el viento lleva de un lado para otro, haciendo del respirar una labor penosa.
Habrá miles de millones de hojas secas revoloteando por todas las ciudades, todas a la vez y sin que nadie logré recogerlas como se hacía antes.

Que hace este gobierno a parte de vigilar, disparar y controlar los alimentos. 
Tendría que limpiar las calles de árboles caídos y ramas podridas, millones de hojas en el suelo que empolvan todo. 
Las alergias y las toses que acompañan es el denominador común a todos. Incluso los que antes no tuvieron alergia ahora la están adquiriendo y las afecciones de asma tienen que estar aumentando a limites insospechados.
¿A quien le importa con la situación que vivimos?, desde luego a las autoridades no, solo se preocupan de controlar, restringir y filtrar las noticias que llegan.

Mi regazo o mis muslos son la mejor cama para Gatufo, ahí duerme profundamente al poco de encaramarse, y es frecuente que los dos ronquemos al unísono. 
Me relaja sentirle encima, emite un calor sumamente agradable que entona mis articulaciones y las relaja.

Pasamos un rato en silencio antes de prepararnos para ir a la cama.
En los últimos años Cuca necesita mi ayuda para acostarse. Le ayudo a incorporarse, ir al baño, asearse, desvestirse, tumbarse en la cama y finalmente dejarle acostada antes de que yo mismo lo haga.

Gatufo siempre nos acompaña, quiere jugar y se mete por el medio, entre las piernas de ella y no la deja caminar con su andador el poco trecho que hace desde la silla de ruedas al baño o a la cama.

Nunca antes habíamos rezado juntos, tras muchos años de casados en los que ella rezaba en silencio y yo dormía de inmediato, ahora lo hacemos en voz alta. Suelo ser yo quien le pide a Dios padre que nos proteja, que cuide de nuestras hijas y amigos, perdone nuestras faltas, y siempre le agradecemos estar juntos los tres en la cama.
Gatufo siempre duerme en el medio de los dos. Primero se pone a nuestros pies y cuando pasa un rato se desliza sigiloso hacia arriba y se coloca muy comodón en el medio de nosotros. Aplasta la ropa y suele dejar destapada a Cuca pues se pega a ella.

Es nuestro rito cotidiano, una vez en la cama ya todo es paz hasta el día siguiente.
Últimamente esa paz ha desaparecido de mi cabeza. Pienso en lo que está pasando desde hace días y no concilio el sueño.

Esta noche tengo un atisbo de esperanza y empiezo a sentir que no se está acabando todo.

Lo vamos a tener más complicado siendo cuatro, habrá que administrar muy bien los alimentos, pero por otra parte voy a tener ayuda con Gloria para llevar la casa y cuidar de Cuca. 
Parece una joven fuerte y animosa, seguro que se adaptará bien con nosotros mientras dure esta crisis. Luego ya buscaremos soluciones para ella y su hijo.
Con este pensamiento logro quedarme dormido y pasar página, aunque mi sueño dura escasamente seis horas, de repente estoy despierto y deseando tirarme de la cama.
El primer pensamiento va hacia los árboles, no es posible que se hayan derrumbado, ¿lo habré soñado?.
Voy al salón y atisbo la calle a través de los cristales del mirador. Los árboles de la avenida donde vivo están tirados sobre el asfalto y la acera.


Todas las hojas secas forman montones enormes que el viento lleva de un lado para otro, haciendo del respirar una labor penosa.
Habrá miles de millones de hojas secas revoloteando por todas las ciudades, todas a la vez y sin que nadie logré recogerlas como se hacía antes.

Que hace este gobierno a parte de vigilar, disparar y controlar los alimentos. 
Tendría que limpiar las calles de árboles caídos y ramas podridas, millones de hojas en el suelo que empolvan todo. 
Las alergias y las toses que acompañan es el denominador común a todos. Incluso los que antes no tuvieron alergia ahora la están adquiriendo y las afecciones de asma tienen que estar aumentando a limites insospechados.

¿A quien le importa con la situación que vivimos?, desde luego a las autoridades no, solo se preocupan de controlar, restringir y filtrar las noticias que llegan.

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